Borges es un descarado. Un genio descarado que hace visible lo que la literatura pretende ocultar. La ficción o mentira es realzada en algunos de sus más maravillosos cuentos. Se aventura a afirmar que su obra es y será siempre una mentira, un fingimiento aveces absurdo que intenta realsar algo...lo que sea. El fingir. La experiencia no es traspasable, dicen algunos, por ello es necesario fingir, para no ahogarnos en lo que somos, es la búsqueda del ser, del yo...búsqueda de la trascendencia, de intentar evitar la muerte y el olvido de la historia. El tiempo. El tiempo espiralesco que mata el presente, que lo desestabiliza y lo corrompe, fabuloso caos del olvido.
Y de pronto Parra y su hombre imaginario. No hay "nada" tras su texto. NADA. Repetición y repetición de lo imaginario, de lo ficticio, de lo falso. Sin embargo le concede a la nada la nostalgia del dolor. Sólo el dolor es real. Y si es real es hermoso y catastrófico. Destructivo, aniquila el texto mismo, y todo vuelve a ser lo de siempre, imaginario.
''El Hombre Imaginario'' de Nicanor Parra
El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario
De los muros que son imaginarios
enden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios
Todas las tardes tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios
Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario
Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario