"Sabe usted señorita que nosotros como artesanos seríamos cuidados por el estado de cualquier país de Europa." (Lamentablemente lo sabía) "Sí señorita, pero aqui,es este país te detienen si vendes tus cosas sin pagarles impuestos. Por que el problema no es crear, el problema es que con nosostros no ganan plata,no estamos dentro del sistema, no,no...no les agradamos. Y estos pacos son entrenados con esa mentalidad de que terrorista es también el artesano" (el hombre se va y te daja mirando el suelo,mirando la punta de tus zapatos mugrientos y llenos de historia, el hombre vuelve) "No entiendo, si para las grandes tiendas no somos competencia...pero sabe señorita, ese no esel problema más grave, no!, el problema está en lo que pasa entre nosotros mismos, el problema también somos nosotros, le digo por qué?" (asientes moviendo la cabeza,sin embargo el hobre se inclina y susurrando te dice que tomes tus cosas y te vayas rápidamente,lo miras y el ya está caminando, t0mas tus cosas, te giras y ves a dos sujetos increpando al joven que vendía junto a ti. Dos pacos de civil. Se llevan al joven que dice que sólo quiere pagar la universidad, y uno de los policias le dice que sólo hace su trabajo. Caminas y te encuentras con el hombre nuevamente. ) " Eran unos pacos de civil,esos me sacaron la cresta cuando me llevaron a la primera comisaría. Miserable su trabajo...ja!, trabajo. Ellos hablan de libre mercado, Mentira!!, libre mercado para ellos. Como te decía, el problema también está en nosotros, porque estos estúpidos sabían lo que hacía. Sabes qué destruyeron? (la voz del hombre se corta, sus hojos se llenan de lágrimas, pero ninguna cae, es solo una tela de agua pura llena de de desepción) "sabes qué es lo que nos quitaron?, nos quitaron mirarnos a los ojos, hablar con el de al lado, reír junto a un desconocido, comunicarnos. Nos quitaron ser una comunidad, nos llenaron de terror, nos llenaron de desconfianza del otro. Se cagaron sobre la utopía. Nos quitaron la vida,sí,nos quitaron la vida".
lunes, 11 de agosto de 2008
Ausencia
"Sabe usted señorita que nosotros como artesanos seríamos cuidados por el estado de cualquier país de Europa." (Lamentablemente lo sabía) "Sí señorita, pero aqui,es este país te detienen si vendes tus cosas sin pagarles impuestos. Por que el problema no es crear, el problema es que con nosostros no ganan plata,no estamos dentro del sistema, no,no...no les agradamos. Y estos pacos son entrenados con esa mentalidad de que terrorista es también el artesano" (el hombre se va y te daja mirando el suelo,mirando la punta de tus zapatos mugrientos y llenos de historia, el hombre vuelve) "No entiendo, si para las grandes tiendas no somos competencia...pero sabe señorita, ese no esel problema más grave, no!, el problema está en lo que pasa entre nosotros mismos, el problema también somos nosotros, le digo por qué?" (asientes moviendo la cabeza,sin embargo el hobre se inclina y susurrando te dice que tomes tus cosas y te vayas rápidamente,lo miras y el ya está caminando, t0mas tus cosas, te giras y ves a dos sujetos increpando al joven que vendía junto a ti. Dos pacos de civil. Se llevan al joven que dice que sólo quiere pagar la universidad, y uno de los policias le dice que sólo hace su trabajo. Caminas y te encuentras con el hombre nuevamente. ) " Eran unos pacos de civil,esos me sacaron la cresta cuando me llevaron a la primera comisaría. Miserable su trabajo...ja!, trabajo. Ellos hablan de libre mercado, Mentira!!, libre mercado para ellos. Como te decía, el problema también está en nosotros, porque estos estúpidos sabían lo que hacía. Sabes qué destruyeron? (la voz del hombre se corta, sus hojos se llenan de lágrimas, pero ninguna cae, es solo una tela de agua pura llena de de desepción) "sabes qué es lo que nos quitaron?, nos quitaron mirarnos a los ojos, hablar con el de al lado, reír junto a un desconocido, comunicarnos. Nos quitaron ser una comunidad, nos llenaron de terror, nos llenaron de desconfianza del otro. Se cagaron sobre la utopía. Nos quitaron la vida,sí,nos quitaron la vida".
viernes, 13 de junio de 2008
(...) Cu3nTo
Hace poco encontré un lugar donde alojar, es una pequeñísima habitación, no tiene ventanas, creo que estos seres ya no acostumbran a ponerlas en sus casas, ha de ser porque ya no miran. El metro ahora es mucho más rápido y siempre se mueve bajo tierra, no como antes, cuando a través de los cristales podías ver el mundo en movimiento. Era hermoso, incluso la montaña se veía desde cualquier lugar de la ciudad, ¡¡pero que bella era!! ¿Te acuerdas?, ahora ya no existe, creo que la echaron a bajo con un millar de explosivos para poder que las rutas comerciales fueran más expeditas. El problema es que ahora tienen muchos tornados, a mi me gustan los tornados, siempre intento aferrarme a uno y volar un rato. Pero a ellos no les agradan, dicen que destruyen sus edificios y que mucha gente muere. Ni siquiera la muerte les gusta, pero tampoco les agrada la vida. No lo entiendo.
No sé por qué me has hecho visible, ya no quiero que me vean, pues cada vez que paso cerca de ellos vomito, y un mar de extraños líquidos sale expulsado de mi boca que siempre está seca. No me gusta el agua de acá, se venden en botellas y tiene un sabor horrible, pocos la beben, prefieren las bebidas gaseosas adelgazantes. Sabes, lo que más me impacta es la inexistencia de música, al parecer está prohibido crear melodías porque no he visto a ninguno de ellos tocar algún instrumento, así que la ciudad sólo se inunda por el sonido de los que aquí llaman autobuses.
A veces pienso que me has enviado para cambiar esto, pero solo soy materia aferrada a la energía que producen mis moléculas invadidas de vacío, porque eso somos, sólo vacío que ha pensado demasiado y sentido muy poco.
viernes, 6 de junio de 2008
jueves, 8 de mayo de 2008
La mentira
De los muros que son imaginarios
Todas las tardes tardes imaginarias
Sombras imaginarias
miércoles, 14 de noviembre de 2007
Las Ruinas Circulares
Bueno, después de esas palabras, un cuento de Borges que de cierta manera, pero sin sentido (como lo es el Tiempo) está relacionado con la película.
Las ruinas circulares
Jorge Luis Borges
Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. Lo cierto es que el hombre gris besó el fango, repechó la ribera sin apartar (probablemente, sin sentir) las cortaderas que le dilaceraban las carnes y se arrastró, mareado y ensangrentado, hasta el recinto circular que corona un tigre o caballo de piedra, que tuvo alguna vez el color del fuego y ahora el de la ceniza. Ese redondel es un templo que devoraron los incendios antiguos, que la selva palúdica ha profanado y cuyo dios no recibe honor de los hombres. El forastero se tendió bajo el pedestal. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era el sueño. Hacia la medianoche lo despertó el grito inconsolable de un pájaro. Rastros de pies descalzos, unos higos y un cántaro le advirtieron que los hombres de la región habían espiado con respeto su sueño y solicitaban su amparo o temían su magia. Sintió el frío del miedo y buscó en la muralla dilapidada un nicho sepulcral y se tapó con hojas desconocidas.
El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder. Le convenía el templo inhabitado y despedazado, porque era un mínimo de mundo visible; la cercanía de los leñadores también, porque éstos se encargaban de subvenir a sus necesidades frugales. El arroz y las frutas de su tributo eran pábulo suficiente para su cuerpo, consagrado a la única tarea de dormir y soñar.
Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica. El forastero se soñaba en el centro de un anfiteatro circular que era de algún modo el templo incendiado: nubes de alumnos taciturnos fatigaban las gradas; las caras de los últimos pendían a muchos siglos de distancia y a una altura estelar, pero eran del todo precisas. El hombre les dictaba lecciones de anatomía, de cosmografía, de magia: los rostros escuchaban con ansiedad y procuraban responder con entendimiento, como si adivinaran la importancia de aquel examen, que redimiría a uno de ellos de su condición de vana apariencia y lo interpolaría en el mundo real. El hombre, en el sueño y en la vigilia, consideraba las respuestas de sus fantasmas, no se dejaba embaucar por los impostores, adivinaba en ciertas perplejidades una inteligencia creciente. Buscaba un alma que mereciera participar en el universo.
A las nueve o diez noches comprendió con alguna amargura que nada podía esperar de aquellos alumnos que aceptaban con pasividad su doctrina y sí de aquellos que arriesgaban, a veces, una contradicción razonable. Los primeros, aunque dignos de amor y de buen afecto, no podían ascender a individuos; los últimos preexistían un poco más. Una tarde (ahora también las tardes eran tributarias del sueño, ahora no velaba sino un par de horas en el amanecer) licenció para siempre el vasto colegio ilusorio y se quedó con un solo alumno. Era un muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soñador. No lo desconcertó por mucho tiempo la brusca eliminación de los condiscípulos; su progreso, al cabo de unas pocas lecciones particulares, pudo maravillar al maestro. Sin embargo, la catástrofe sobrevino. El hombre, un día, emergió del sueño como de un desierto viscoso, miró la vana luz de la tarde que al pronto confundió con la aurora y comprendió que no había soñado. Toda esa noche y todo el día, la intolerable lucidez del insomnio se abatió contra él. Quiso explorar la selva, extenuarse; apenas alcanzó entre la cicuta unas rachas de sueño débil, veteadas fugazmente de visiones de tipo rudimental: inservibles. Quiso congregar el colegio y apenas hubo articulado unas breves palabras de exhortación, éste se deformó, se borró. En la casi perpetua vigilia, lágrimas de ira le quemaban los viejos ojos.
Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara. Comprendió que un fracaso inicial era inevitable. Juró olvidar la enorme alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de trabajo. Antes de ejercitarlo, dedicó un mes a la reposición de las fuerzas que había malgastado el delirio. Abandonó toda premeditación de soñar y casi acto continuo logró dormir un trecho razonable del día. Las raras veces que soñó durante ese período, no reparó en los sueños. Para reanudar la tarea, esperó que el disco de la luna fuera perfecto. Luego, en la tarde, se purificó en las aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas lícitas de un nombre poderoso y durmió. Casi inmediatamente, soñó con un corazón que latía.
Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. No lo tocaba: se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo con la mirada. Lo percibía, lo vivía, desde muchas distancias y muchos ángulos. La noche catorcena rozó la arteria pulmonar con el índice y luego todo el corazón, desde afuera y adentro. El examen lo satisfizo. Deliberadamente no soñó durante una noche: luego retomó el corazón, invocó el nombre de un planeta y emprendió la visión de otro de los órganos principales. Antes de un año llegó al esqueleto, a los párpados. El pelo innumerable fue tal vez la tarea más difícil. Soñó un hombre íntegro, un mancebo, pero éste no se incorporaba ni hablaba ni podía abrir los ojos. Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido.
En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo era el Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado. Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido destruirla.) Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se arrojó a los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un potro, e imploró su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó con la estatua. La soñó viva, trémula: no era un atroz bastardo de tigre y potro, sino a la vez esas dos criaturas vehementes y también un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple dios le reveló que su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto y que mágicamente animaría al fantasma soñado, de suerte que todas las criaturas, excepto el Fuego mismo y el soñador, lo pensaran un hombre de carne y hueso. Le ordenó que una vez instruido en los ritos, lo enviaría al otro templo despedazado cuyas pirámides persisten aguas abajo, para que alguna voz lo glorificara en aquel edificio desierto. En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.
El mago ejecutó esas órdenes. Consagró un plazo (que finalmente abarcó dos años) a descubrirle los arcanos del universo y del culto del fuego. Íntimamente, le dolía apartarse de él. Con el pretexto de la necesidad pedagógica, dilataba cada día las horas dedicadas al sueño. También rehizo el hombro derecho, acaso deficiente. A veces, lo inquietaba una impresión de que ya todo eso había acontecido... En general, sus días eran felices; al cerrar los ojos pensaba: Ahora estaré con mi hijo. O, más raramente: El hijo que he engendrado me espera y no existirá si no voy.
Gradualmente, lo fue acostumbrando a la realidad. Una vez le ordenó que embanderara una cumbre lejana. Al otro día, flameaba la bandera en la cumbre. Ensayó otros experimentos análogos, cada vez más audaces. Comprendió con cierta amargura que su hijo estaba listo para nacer -y tal vez impaciente. Esa noche lo besó por primera vez y lo envió al otro templo cuyos despojos blanqueaban río abajo, a muchas leguas de inextricable selva y de ciénaga. Antes (para que no supiera nunca que era un fantasma, para que se creyera un hombre como los otros) le infundió el olvido total de sus años de aprendizaje.
Su victoria y su paz quedaron empañadas de hastío. En los crepúsculos de la tarde y del alba, se prosternaba ante la figura de piedra, tal vez imaginando que su hijo irreal ejecutaba idénticos ritos, en otras ruinas circulares, aguas abajo; de noche no soñaba, o soñaba como lo hacen todos los hombres. Percibía con cierta palidez los sonidos y formas del universo: el hijo ausente se nutría de esas disminuciones de su alma. El propósito de su vida estaba colmado; el hombre persistió en una suerte de éxtasis. Al cabo de un tiempo que ciertos narradores de su historia prefieren computar en años y otros en lustros, lo despertaron dos remeros a medianoche: no pudo ver sus caras, pero le hablaron de un hombre mágico en un templo del Norte, capaz de hollar el fuego y de no quemarse. El mago recordó bruscamente las palabras del dios. Recordó que de todas las criaturas que componen el orbe, el fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma. Ese recuerdo, apaciguador al principio, acabó por atormentarlo. Temió que su hijo meditara en ese privilegio anormal y descubriera de algún modo su condición de mero simulacro. No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, qué vértigo! A todo padre le interesan los hijos que ha procreado (que ha permitido) en una mera confusión o felicidad; es natural que el mago temiera por el porvenir de aquel hijo, pensado entraña por entraña y rasgo por rasgo, en mil y una noches secretas.
El término de sus cavilaciones fue brusco, pero lo prometieron algunos signos. Primero (al cabo de una larga sequía) una remota nube en un cerro, liviana como un pájaro; luego, hacia el Sur, el cielo que tenía el color rosado de la encía de los leopardos; luego las humaredas que herrumbraron el metal de las noches; después la fuga pánica de las bestias. Porque se repitió lo acontecido hace muchos siglos. Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.
El Eterno Retorno (E. Sábato)
El paisaje se repite cada vez que se ha dado una vuelta en la calesita. Desde luego es necesario que haya un paisaje permanente para que la repeticion se pueda realizar. El eterno retorno implica una eternidad o, mejor, un "paisaje fuera del tiempo". Como en el Timeo el tiempo habria sido hecho junto con los cuerpos que giran, para dar una imagen mòvil de la eternidad.
miércoles, 31 de octubre de 2007
Hoy...Nietzsche
(Un comentario que va para ciertas personas que pienzan que leer a Nietzsche significa ser Nazi, facista, y todos aquellos derivados de conceptos que realmente no comparto, para nada: Expansión de conciencia, por favor )
He aqui una parte del "Ocaso de los Idolos", "Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula":
Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula
Historia de un error
1. El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso, -él vive en ese mundo, es ese mundo.
(La forma más antigua de la Idea, relativamente inteligente, simple, convincente. Transcripción de la tesis «yo, Platón, soy la verdad»).
2. El mundo verdadero, inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso («al pecador que hace penitencia»).
(Progreso de la Idea: ésta se vuelve más sutil, más capciosa, más inaprensible, -se convierte en una mujer, se hace cristiana...).
3. El mundo verdadero, inasequible, indemostrable, imprometible, pero ya en cuanto pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo.
(En el fondo, el viejo sol, pero visto a través de la niebla y el escepticismo; la Idea, sublimizada, pálida, nórdica, königsburguense).
4. El mundo verdadero -¿inasequible? En todo caso, inalcanzado. Y en cuanto inalcanzado, también desconocido. Por consiguiente, tampoco consolador, redentor, obligante: ¿a qué podría obligarnos algo desconocido? ...
(Mañana gris.Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del positivismo).
5. El «mundo verdadero» -una Idea que ya no sirve para nada, que ya ni siquiera obliga, -una Idea que se ha vuelto inútil, superflua, por consiguiente una Idea refutada: ¡eliminémosla!
(Día claro; desayuno; retorno del bon sens y de la jovialidad; rubor avergonzado de Platón; ruido endiablado de todos los espíritus libres)
6. Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado?, ¿Acaso el aparente?... ¡No!, ¡al eliminar el mundo verdadero hemos eliminado también el aparente!
(Mediodía; instante de la sombra más corta; final del error más largo; punto culminante de la humanidad; INCIPIT ZARATHUSTRA).
No sé si sea necesario, pero aqui está en su idioma original:
Wie die "wahre Welt" endlich zur Fabel wurde.
Geschichte eines Irrthums.
1. Die wahre Welt erreichbar für den Weisen, den Frommen, den Tugendhaften, - er lebt in ihr, er ist sie.
(Älteste Form der Idee, relativ klug, simpel, überzeugend. Umschreibung des Satzes "ich, Plato, bin die Wahrheit".)
2. Die wahre Welt, unerreichbar für jetzt, aber versprochen für den Weisen, den Frommen, den Tugendhaften
("für den Sünder, der Busse thut").
(Fortschritt der Idee: sie wird feiner, verfänglicher, unfasslicher, - sie wird Weib, sie wird christlich ... )
3. Die wahre Welt, unerreichbar, unbeweisbar, unversprechbar, aber schon als gedacht ein Trost, eine Verpflichtung, ein Imperativ.
(Die alte Sonne im Grunde, aber durch Nebel und Skepsis hindurch; die Idee sublim geworden, bleich, nordisch, königsbergisch.)
4. Die wahre Welt - unerreichbar? jedenfalls unerreicht. Und als unerreicht auch unbekannt. Folglich auch nicht tröstend, erlösend, verpflichtend: wozu könnte uns etwas Unbekanntes verpflichten? ...
(Grauer Morgen. Erstes Gähnen der Vernunft. Hahnenschrei des Positivismus.)
5. Die "wahre Welt" - eine Idee, die zu Nichts mehr nütz ist, nicht einmal mehr verpflichtend, - eine unnütz, eine überflüssig gewordene Idee, folglich eine widerlegte Idee: schaffen wir sie ab!
(Heller Tag; Frühstück; Rückkehr des bon sens und der Heiterkeit; Schamröthe Plato's; Teufelslärm aller freien Geister.)
6. Die wahre Welt haben wir abgeschafft: welche Welt blieb übrig? die scheinbare vielleicht? ... Aber nein! mit der wahren Welt haben wir auch die scheinbare abgeschafft!
(Mittag; Augenblick des kürzesten Schattens; Ende des längsten Irrthums; Höhepunkt der Menschheit; INCIPIT ZARATHUSTRA.)
viernes, 26 de octubre de 2007
Wyrd y Ørlörg
Una de las tantas maneras de explicar el cosmos y la idea de acción y rección con respecto a lo que llaman destino.
La información que aparecerá a continuación pertenece a una amiga de la comunidad argentina Asatrú. Muchísimas gracias por compartirla.
El concepto Wyrd-Ørlög es usada para explicar una serie de ideas sobre el cosmos según ásatrú.
Podríamos diferenciar entre Wyrd y Ørlög ya que son matices de ideas afines. Ørlög se referiría al concepto de ley cósmica (Ør- Principio / lög-Ley) y la Wyrd habla de la red del destino tejida por la Nornas.
El futuro se construye a partir de los actos del pasado (Aquí en el colectivo nos mantenemos al margen en la idea de vidas pasadas, quien crea en vidas pasadas el Ørlög actual estará influenciado por ellas). El destino sería como la construcción de un edificio en que los cimientos son los que determinarán la estabilidad de toda la estructura final. No hay una idea de predestinación, es decir que no hay un futuro escrito, sino que este viene influenciado por el pasado personal.
El hecho de que un vidente o con una tirada de runas te revele un futuro, no quiere decir que este vaya a ocurrir, sino que la tendencia natural es de que ocurra lo que digan. Así que las runas sólo nos advierten o nos anticipan lo que puede ser. Libres del futuro, el ásatrú debería de fortalezar sus principios básicos para mejorar su situación o para asegurarla. Esto se hace viviendo con inteligencia en el presente y no en un futuro que puede llegar. Sería importante corregir los errores del pasados para que estos no regresen en el futuro.
Ya en el concepto Wyrd, lo que hace es intensificar la idea chamánica de ásatrú. Este hace énfasis en la idea de que todas las cosas están unidas y que por tanto, estamos sujetos al destino del cosmos. Todo lo que haces repercute en mayor o en menor medida al cosmos. Un ejemplo sería; si una persona tira basura al bosque no implica necesariamente que este pueda contaminarse, pero cuando son muchos que lo hacen, esto se acumula y acaba siéndolo. Y cuando vemos esto siempre hechamos las culpas a los demás cuando nosotros somos también culpables.
No estamos tan desligados de nuestro mundo como pretende la sociedad materialista, formamos de un todo holístico y panteísta (o como se desee interpretar en cada creencia). El mito explicaría que Wyrd es una red como una tela de araña en que cada nudo sería un ser vivo o alguna cosa del mundo. El destino viajaría a través de esta red e incluso funciona semejante a la red de Internet. Esta red sería por donde nos comunicamos y trasmitimos nuestros sentimientos. Estos no se dan sólo por el medio físico (Vibración del aire, escritura,etc.), sino como un fluido que podríamos llamar energético (terminología actual) o magnético (Como se llamaba en el siglo pasado). Claro está que esto son metáforas de una realidad que ocurre cotidianamente, y que sólo la gente más sensible es consciente de ello. Otra de las formas en que se plantea esta idea sería con Yggdrasill en que este une a los nueve mundos. La red formaría parte de Yggdrasill conectado todas las cosas que existen en el cosmos. Esta idea surge de las experiencias de los videntes y los antiguos chamanes que explican sus percepciones a través de esta idea.
Por qué existe esta red? Nadie lo sabe. Yo he formulado una posible explicación basándome en la Teoría Gaia. Claro está que esta no es una explicación científica ya que no se puede demostrar, sin embargo sí que hay pruebas que podría ser aceptable la Teoría Gaia desde un punto de vista científico. Mi explicación sería de que las bacterias crearon un sistema de comunicación para evolucionar. Esto se puede comprobar al nivel químico y eléctrico en los intercambios de información en forma de ADN, hormónas, impulsos eléctricos, etc. Un ejemplo sería las neuronas que intercambian información, y para crear el pensamiento y la consciencia. El pensamiento en sí mismo no puede ser explicado científicamente, pero sí es cierto que estos son parte de los mecanismo en que funciona nuestros organismos. Pero, es posible que el antiguo sistema bacteriano continúe funcionando en nosotros con un cambio de escala? Yo creo que si pensamos que la biosfera funciona como una red de bacterias, estas pueden garantizar, al menos, un tipo de comunicación telepática. Ésta quedaría dentro de las cotas planetarias. Aun así, no explica todo los fenómenos. Es posible qué sea la misma materia, o quizás el espacio quién comunica con todas las cosas a nivel energético. Una idea semejante explicaría el porqué los videntes ven imágenes que luego interpretan. Las cuestiones de visiones en el tiempo necesitaríamos de una interpretación arriesgada de la Teoría de la Relatividad.
Que no tengas explicaciones para estos fenómenos no evitan que no existan a pesar del rechazo de los científicos. La vida existe a pesar que no haya una explicación racional de por qué existe. La ciencia sólo desvela los procesos de la naturaleza, pero no puede explicar por qué ocurren.
Siguiendo el tema del Wyrd podemos explicar como funcionaría a nivel microcósmico, es decir, como funciona en nosotros. Claro está que no usaremos las teorías de otros pensamientos esotéricos, sino como lo entendían los ásatrúar de la antigüedad.Dice en un poema del Völuspa:
Hasta que los Aesir,
----------------------------------------------------------------------------------
Y esto es para los que creían que su habitacón, casa o lo que sea era el lugar más caótico existente en este mundo y en los otros, porque nada, pero NADA se compara con el desorden que vive este caballero noruego que dice ser Dios.
http://www.youtube.com/watch?v=ktlWj-wU4u4